Cuando nos apuntamos a un curso de idiomas lo que muchos esperamos es dinamismo, interacción, participación activa. No nos motiva un aula de sillas rígidas, silencio y una única voz, la de la profesora o el profesor. ¿Por qué? Porque entendemos que no hay mejor manera de aprender una lengua extranjera que a través de la comunicación y nuestra implicación significativa como alumnos en el proceso. ¿Pero por qué?
Posiblemente para responder a esta pregunta tengamos que bucear en nuestra intuición o en el recuerdo de experiencias previas y, en cambio, no dispongamos de una explicación racional o científicamente fundamentada. Pues la hay. Para que una clase de lenguas y, en concreto, una de español para extranjeros “mole”, mucho se ha escrito antes al respecto y, lo más importante, ¡mucho se ha leído! Por eso, para que no se nos escapen las ideas y podamos ser más conscientes de lo que hacemos (o de lo que queremos hacer) como profesores ELE y también como estudiantes, hoy vamos a acercarnos a uno de los personajes clave de la enseñanza moderna, Lev Vygotsky, y su concepto estrella, la zona de desarrollo próximo (ZDP), pieza fundamental en las clases de español para extranjeros.
¿Quién fue Vygotsky y por qué es tan importante?
Lev Vygotsky ( 1896-1934) fue un psicólogo ruso, representante junto a Jean Piaget, entre otros, de la Psicología del desarrollo y fundador de la Psicología histórico-cultural. Según esta última, todo proceso de aprendizaje se lleva a cabo gracias a la interacción social y el trabajo colaborativo. El saber de un individuo no se construye de forma aislada sino siempre dentro de la relación con los otros, en la cual uno adapta los nuevos conocimientos a aquellos que poseía previamente y genera así un aprendizaje significativo.
Entra en juego aquí el concepto de “otro más experto” que también utiliza Vygotsky, es decir, la existencia de alguien que dispone de un nivel de conocimiento superior y sirve de guía, del apoyo necesario durante el aprendizaje. Lo interesante es que esta figura no tiene por qué ser la de una madre, un padre o un/a profesor/a sino que los propios pares, los compañeros de clase, pueden ser quienes proporcionen esa valiosa ayuda. El psicólogo ruso observó en sus investigaciones que mientras un niño podría no ser capaz de realizar una tarea por sí solo, sí que lo conseguía con el soporte de estudiantes más preparados o de un/a instructor a cualificado/a.
Su aporte, entonces, al campo de la educación ha sido trascendental para entender la importancia de la interacción de los aprendientes en su desarrollo cognitivo y la adquisición de competencias. Esta visión, como luego veremos más en detalle, ha revolucionado tanto la organización del aula como la creación de contenidos también en nuestro ámbito, la enseñanza ELE.
Zona de desarrollo próximo y ELE
En el marco de esta propuesta, Vygotsky emplea el término “zona de desarrollo próximo” para referirse a la diferencia existente entre el nivel de desarrollo real del niño y el nivel de desarrollo potencial. Este último comprende aquellas habilidades que una persona no es capaz de alcanzar por cuenta propia y, sin embargo, con ayuda de otros sí que lo consigue. Por tanto, volvemos aquí a lo esencial que resulta la interacción con pares o un/a guía de preparación superior para el aprendizaje. Cuando un estudiante se encuentra en la zona de desarrollo próximo y se le proporciona la ayuda necesaria con las herramientas adecuadas (a las que denominamos “andamiajes” gracias al concepto de otro teórico, Bruner Wood), este puede llevar a cabo la tarea propuesta o desarrollar la nueva habilidad que se persigue.
Estas ideas, tal como sostiene Vygotsky, son básicas para la educación infantil pero también para la concepción de un curso de español para extranjeros. Nuestro trabajo como profesoras y profesores ELE si queremos que, como dijimos, sea dinámico, participativo y significativo ha de tener en cuenta la interacción social y la zona de desarrollo próximo. ¿Cómo? En la creación de programas, unidades didácticas (clases) y actividades.
La ZDP es un objetivo móvil porque a medida que se adquieren destrezas, el desarrollo real y el potencial de un alumno cambia. Esta progresión es la que nos guía como docentes para enseñar una u otra cosa de una u otra manera. Y esto es lo que vuelve el aprendizaje significativo para los estudiantes, el hecho de que los contenidos impartidos se basan en su propia evolución y sus propios intereses.
Vygotsky en nuestras clases
La enseñanza ELE, centrada en el alumno y no exclusivamente en esquemas y niveles predeterminados, es el primer legado que nos ha dejado el psicólogo ruso a quienes nos dedicamos a esto. La idea del aprendizaje significativo es crucial para que nuestros estudiantes no se mueran de aburrimiento y abandonen al tercer día. Tener en cuenta la zona de desarrollo próximo del grupo y, de ser posible, de cada uno de sus integrantes nos marca el camino para mantener su interés y avanzar en la adquisición de la lengua. Lo ideal es proporcionar siempre a los estudiantes tareas que no pueden realizar fácilmente por sí mismos sino con la ayuda de andamiajes (herramientas facilitadoras) y del profesor o profesora y compañeros. De esta forma, se consiguen progresivamente los objetivos marcados, favoreciendo la motivación y la cooperación.
Aquí ligamos, pues, con el segundo gran legado de Vygotsky: el aprendizaje en interacción. La importancia de la interacción social en una clase ELE es básica y lo sabemos. ¿Cómo sino interiorizar el nuevo léxico, la nueva gramática, el lenguaje no verbal y las convenciones pragmáticas del español? Imposible sin la práctica continua en parejas o grupos, imposible sin el eje sobre el cual gira todo idioma, la comunicación.
Pero, además de la interacción, nuestro gran teórico de principios del siglo XX nos acerca a un tercer punto clave: el aprendizaje colaborativo. Siguiendo esta propuesta, a la hora de crear grupos en el aula, por ejemplo, intentaremos siempre que haya miembros de diferentes niveles o con diversas capacidades para favorecer que unos ayuden a los otros y así avanzar de manera conjunta a través de las zonas de desarrollo próximo. Esa cooperación también puede darse en forma de corrección mutua ya que es muy efectivo que los alumnos asuman ese rol (normalmente reservado al docente) y ganen en autonomía y autoconfianza.
En conclusión: aprendizaje significativo y cooperativo, siempre inmerso en la interacción social de los estudiantes. Vygotsky nos ha mostrado el camino. Hacia allí vamos cada vez que planificamos una clase y la visualizamos interesante, motivadora, divertida y eficaz.
Flor Ragucci