ELE Barcelona, un centro donde apetece aprender

ELE Barcelona, un centro donde apetece aprender

Numerosas investigaciones han demostrado que el espacio donde se comparte el conocimiento es un activo para el aprendizaje y que aunque hablar del color de las paredes, la temperatura, la iluminación, la decoración o los recursos para trabajar en clase pueda parecer superficial o secundario, no lo es ni mucho menos puesto que  los ambientes enseñan por sí mismos. 

En este sentido, no exageramos si decimos que entrar en ELE Barcelona es entrar en un lugar donde apetece quedarse a aprender. Un tradicional piso del Eixample barcelonés nos recibe luminoso y acogedor procurando al máximo la comodidad de los alumnos. El primer contacto evidencia que en ELE Barcelona se trabaja la afectividad, desde la sonrisa de Angola, la persona que nos recibe al entrar, hasta el sentimiento de familia y pertenencia que, María, la directora del centro, crea entre los alumnos que, una vez han probado sus clases, se mantienen fieles a la escuela. Y ya nadie discute que trabajar la afectividad es básico para promover la autoconfianza de los estudiantes y para lograr un aprendizaje más duradero.

ELE Barcelona cuenta con aulas versátiles, pensadas para facilitar la interacción entre los estudiantes, según el modelo comunicativo que promueve el centro como método de enseñanza. En su afán de cuidado por el detalle, cada espacio lleva el nombre de un autor universal. Así, hacer clase en el aula Dickens, Lorca, Angelou, Atwood, Baldwin, o Borges conecta al aprendiz no solo con el idioma sino también con la cultura a él vinculada. En ELE Barcelona, además, la historia y la modernidad dialogan continuamente, pues lo que es una finca regia del distrito modernista por excelencia de Barcelona se ha dotado del material más innovador en forma de pizarras electrónicas conectadas a Internet.

Uno de los espacios más acogedores es, sin duda, la biblioteca donde los estudiantes tienen a su disposición potentes ordenadores e infinidad de libros en los que sumergirse en caso de necesitarlo. Junto a la biblioteca, una luminosa galería interior nos espera con una zona de café para seguir compartiendo y creando “familia”.  Tanto la galería con vistas a un patio de manzana, como la chimenea en la biblioteca o el suelo de baldosa original nos recuerdan que estamos en un piso que rezuma Historia con mayúsculas, y este es otro de los activos más potentes de ELE Barcelona. 

En efecto, ELE Barcelona cuenta con el privilegio de su situación, en pleno corazón del distrito del Eixample y eso imprime carácter por dentro y por fuera. No es sólo que el centro esté a dos minutos caminando de la Casa Batlló o La Pedrera, dos de las joyas modernistas de Antoni Gaudí, sino que se encuentra ubicado en el barrio que puso fin a una ciudad medieval ordenando y definiendo el paisaje urbanístico de lo que es la Barcelona moderna. Todo lo que rodea a ELE Barcelona es Historia de la que no se puede dejar escapar en el aula. Explicar la revolución que supuso a nivel mundial la retícula de manzanas y chaflanes del Plan Cerdà desde su obra misma es un aspecto inmejorable para descubrir a los alumnos curiosidades de la ciudad y trabajar así la dimensión intercultural. 

El aprendizaje y adquisición de una segunda lengua y, por ende, de la cultura e historia a ella vinculadas es un proceso complejo que depende de múltiples factores y uno de ellos son las condiciones ambientales del espacio donde se enseña. En este sentido no exageramos si decimos que ELE Barcelona lo tiene ganado.

Mónica Montes

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