Siempre estás a tiempo de cambiar de rumbo profesional

Siempre estás a tiempo de cambiar de rumbo profesional

Hay momentos en que la vida suplica a gritos dar un volantazo, dejar atrás todo lo que uno ha hecho para, necesariamente, renacer en brazos de nuevas experiencias. Tomé la decisión hace apenas unos meses, aunque mentiría si dijese que no se había ido cocinando a fuego lento durante años en mi interior. En cualquier caso, fue en el inicio de 2021 cuando yo, periodista y locutora de informativos durante 20 años en Radio Nacional de España, vi claro que mi alma profesional necesitaba salir de su incómoda zona de confort y anidar en un lugar nuevo donde serenarse. Hace falta valor para desatender a quienes con su mejor voluntad acuden a uno con mensajes limitantes como los típicos “a tu edad”, “con la buena posición que tienes” o “intenta otra cosa dentro del periodismo”. Yo me armé de ese valor para no escuchar más que a mi propia intuición y tomé la que, de momento, considero una de las mejores decisiones de mi vida. 

Anidar en un lugar nuevo, vale, pero ¿dónde? Era periodista, pero no quería seguir ejerciendo como tal y era politóloga pero nunca había ejercido como tal. A ver, a ver… ¡Ya sé! Y recordando lo mucho que había disfrutado a lo largo de mi vida estudiando idiomas pensé que quizá podría dar clases de español a extranjeros; devolver a otros todo lo bueno que yo había recibido. Será fácil, pensé. Nunca había dado clase, pero manejaba la lengua, la había cuidado siempre en mi trabajo y mi trabajo consistía en explicar cosas de forma comprensible a una audiencia amplia. Pensé, en efecto, que sería sencillo. 

En cualquier caso yo, que siempre he abominado del intrusismo, decidí formarme en enseñanza de ELE por hacer las cosas "bien". Agradezco la decisión pues ha sido la mejor cura de humildad hacia mi idea ingenua de que dar clase es sencillo. De improviso tuve que aterrizar en teorías lingüísticas, enfoques, métodos, y herramientas didácticas; hacerme con los conceptos competencia o destreza y la forma de trabajarlas teniendo en cuenta el Marco Común Europeo de Referencia (MCER) y el Plan Curricular del Instituto Cervantes (PCIC). Tan abrumador me podía parecer explicar el subjuntivo desde la gramática cognitiva como diseñar una actividad gamificada. Me parecía tremendo saber que, como docente, tendré que procurar entender a todos y cada uno de los alumnos, sus intereses, sus motivaciones, su personalidad y sus necesidades con el idioma; conjugarlo todo y construir con ello una clase con sentido, afectiva y de aprendizaje duradero; o saber que la mejor clase es la que está planificada al detalle aunque con la flexibilidad suficiente para saber cambiar sobre la marcha en caso de necesidad. A todo lo anterior debemos sumar los retos que supone la digitalización de la docencia tanto offline como online. Da vértigo pensar como, teniendo que estar pendiente de todo ese cóctel, los profesores consiguen clases fluidas y pedagógicamente significativas para sus alumnos. 

Mi paso por ELE Barcelona me confirma la inmensidad de la tarea pero a la vez me tranquiliza. Tener como tutora a María Blanco, la directora del centro, me pone frente a un espejo donde veo cómo la experiencia y la pasión por el trabajo hacen que al final todo salga de forma natural, fluida, y orgánica. Me divierte ver cómo mientras ella tiene meridianamente clara una secuencia didáctica en la cabeza, yo aún estoy rumiando el "plan de ataque". Verla en acción, ver cómo contagia en los alumnos el entusiasmo por el idioma es enriquecedor. Agradezco infinitamente que se haya atrevido a dejar a sus estudiantes en mis manos y su valioso feedback tras analizar mis puntos fuertes y los aspectos a mejorar. 

Toda la complejidad que entraña dar clase no me arredra, todo lo contrario. Me alegra descubrir en los profesores de ELE a un colectivo creativo, hiperactivo y movilizado en multiplicidad de foros, congresos o webinarios. Me alegra su capacidad de explorar y explotar cualquier elemento (texto, canción, anuncio, post en instagram o video de tik tok) si detectan en él una mínima potencialidad didáctica. Me alegra comprobar sus ganas de compartir, esa idea de gran familia o de que aquí cabe todo el mundo.

Mis primeras incursiones en la docencia me demuestran que hay demanda, que la enseñanza de español vive un momento dulce y que el online es un territorio que sí o sí tenemos que explorar. Sé que apenas he iniciado el camino en un sector donde puedo y quiero crecer y donde espero poder materializar algunas ideas que ya bailan en mi cabeza para conjugar todo lo que el periodismo y la politología me enseñaron con  las clases de ELE.

Mónica Montes.

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